Una de las mejores épocas que
podemos experimentar las mamás y los papás, es esa en la que todo lo que ocurre
alrededor de nuestros hijos genera curiosidad.
Para resolver sus “por qué”, en
ocasiones la verdad no es suficiente para ellos, por eso es necesario acudir a
nuestra mente creativa y darle un giro de juego a sus preguntas.
Entre miedo y duda, una noche mi
hija Luciana me preguntó por qué el cielo alumbra, haciendo referencia a los
rayos que en noches de tormenta suelen verse. Cuando le expliqué cómo ocurría este fenómeno, dijo que no le gustaba mi respuesta y me pidió que le inventara otra
historia.
Esto fue lo que le dije, pero
ahora se lo presento en forma de cuento corto:
¿Por qué el cielo alumbra?
Junto al ventanal la
dulce niña vio el oscuro cielo brillar.
Asustada corrió al lado de mamá, esperando le pudiera explicar.
No te asustes corazón,
no hay ninguna razón. Ese rayo, es solo una caricia mía bajo tus brazos.
Desde aquel día, las
tormentas son una guerra de cosquillas.