miércoles, 8 de agosto de 2012

Canciones para el amor

Identificarnos con una letra, con una melodía, es uno de esos maravillosos beneficios que tiene la música. Por ahí escuché alguna vez, en una emisora local, que “donde mueren las palabras nacen las canciones” y así ocurre en algunos momentos de la vida.

Siempre he sido amante del género romántico, de ese que habla del amor, del desamor, de la alegría de vivir, y saber que un bebé llegaría a mi mundo me hizo pensar en ese amor eterno, en ese que no conoce límites, el que es de verdad y para siempre. Ese que está plasmado en hermosas letras.


Aunque no hay nada que pueda describir de verdad lo que es el amor, muchas canciones como
“Ha llegado un ángel”, “Todo cambió” y “Es el amor de verdad”,  me hicieron pensar en lo que sentiría por mi bebé, una noche Jader, el papá de mi hija y quien hoy es mi esposo, llegó con una hermosa melodía que se convirtió en el himno de nuestra espera... “Carlota”.


Es una canción de
Melendi, un cantante y compositor español que escribió estos versos para su hija, para ese ser que aún estaba en el vientre de su mujer, pero que había despertado en él los más grandes deseos de amor, de protección, de entrega.


Durante el embarazó, Jader le cantaba esta canción a nuestra hija todas las noches y, al nacer, se convirtió en su melodía para dormir. Creo que a Luciana le gustaba, de verdad le gustaba, porque fue una de las primeras canciones que aprendió cuando comenzó a hablar.


Gracias a mi esposo me encantaba y me sigue encantando esta preciosa canción. Acá se la dejo
a los futuros papás, para que la incluyan en su repertorio de canciones para el amor.

lunes, 6 de agosto de 2012

Traumas y juguetes


Comencé a subir las escaleras y escuché esa vocecita que me hace inmensamente feliz. Después de buscarla con la mirada, la sonrisa de mí rostro cambió drásticamente, pues no puede evitar sentir un poco de temor al ver lo que mi hija tenía en sus manos.

Ahí estaba, con su ropa vieja,  sus ojos verdes y su enmarañado pelo rubio. Ahí estaba, con esa típica expresión dibujada que siempre me pareció macabra y me causó pesadillas durante mi época de la niñez.

Un estilo de muñeco que se usó hace muchísimos años y que, por alguna razón, odio con todas las fuerzas de mi ser. Uno que me recuerda ese muñeco diabólico llamado Chuky, y que mi suegra y mi cuñada decidieron dejar como herencia, una desafortunada herencia para mí, a la pequeña Luciana.

Mi hija está feliz con su nuevo “bebé” y yo, tendré que hacer un gran esfuerzo para tratar de no transmitirle mis miedos. Ahora mi más grande reto, será levantarme al baño en la madrugada sin sentir que ese muñeco me persigue.