lunes, 6 de agosto de 2012

Traumas y juguetes


Comencé a subir las escaleras y escuché esa vocecita que me hace inmensamente feliz. Después de buscarla con la mirada, la sonrisa de mí rostro cambió drásticamente, pues no puede evitar sentir un poco de temor al ver lo que mi hija tenía en sus manos.

Ahí estaba, con su ropa vieja,  sus ojos verdes y su enmarañado pelo rubio. Ahí estaba, con esa típica expresión dibujada que siempre me pareció macabra y me causó pesadillas durante mi época de la niñez.

Un estilo de muñeco que se usó hace muchísimos años y que, por alguna razón, odio con todas las fuerzas de mi ser. Uno que me recuerda ese muñeco diabólico llamado Chuky, y que mi suegra y mi cuñada decidieron dejar como herencia, una desafortunada herencia para mí, a la pequeña Luciana.

Mi hija está feliz con su nuevo “bebé” y yo, tendré que hacer un gran esfuerzo para tratar de no transmitirle mis miedos. Ahora mi más grande reto, será levantarme al baño en la madrugada sin sentir que ese muñeco me persigue.


1 comentario:

  1. Hola Caro, me parece encantador como tu familia siempre esta presente en todo lo que haces y escribes... tienes bastante inspiración. Te invito a que visites mi blog:
    http://sercoop.blogspot.com/

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